Súbanse a la bici
Súbanse a la bici
En los últimos años hemos sido testigos de cómo nuestras propias acciones han causado daños irreversibles en los diversos ecosistemas que habitamos. El Planeta Tierra, desde su formación hace aproximadamente 4.500 millones de años, ha estado en constante cambio, es un sistema dinámico, no estático. La temperatura de este sube o baja, dependiendo de los ciclos en el que esta se encuentra. El principal argumento de quienes niegan el calentamiento global, es que precisamente, esto ya ha ocurrido en el pasado, cuando el hombre todavía no existía como especie. Esto es cierto, pero claro está en que estos cambios ocurrían en una escala de tiempo mucho mayor, la Tierra se demoraba miles de años en subir o bajar un par de grados su temperatura. Las acciones antropogénicas, que son las provocadas por el ser humano, han provocado un aumento en el nivel del dióxido de carbono (CO2). Si a principios de la era pre industrial este alcanzaba niveles un promedio de 280 partes por millón (ppm), hoy ya se encuentra sobre 400 ppm, lo que para algunos científicos, es un punto de no retorno. Los gases de efecto invernadero equivalente (GEI), tales como el metano, el oxido nitroso o el dióxido de carbono, forman una especie de nube que envuelve el planeta, y esta absorbe en mayor medida la radiación emitida por el sol, quedando está presente en el planeta, y no siguiendo su trayectoria hacia el espacio, todo esto explicado de manera muy simple y resumida. Ante esta situación los científicos crearon modelos matemáticos, que permiten relacionar los niveles de GEI, con el aumento de temperatura esperada. Se espera que de acuerdo a las medidas acordadas en la COP 21 en París el año 2015, la temperatura promedio de la tierra aumente alrededor de 2 C° hacia fines de siglo, situación que traerá consecuencias graves, aumentando la frecuencia e intensidad de eventos climatológicos extremos, y los Atacameños los hemos vivido en carne propia con los aluviones recientes.
Dado este difícil panorama, la pregunta qué viene después es qué hacer?. Bueno empezar por cambiar ciertos hábitos, que irán contribuyendo a revertir, o aminorar al menos esta situación. Uno de ellos es utilizar un medio de transporte ecológico, en donde la bicicleta juega un rol fundamental, dado que es un medio de transporte limpio y eficiente. Se pueden encontrar de todos los rangos de precios y para todos los gustos. Genera un triple impacto: no contamina, genera beneficios para tu salud y mente, y también te permite ahorrar dinero. La construcción de una red de 190 kilómetros de ciclovías durante este gobierno, sin duda que van en la dirección correcta. Algunas ciudades cuentan con mejores condiciones geográficas que otras para la proliferación de estas ciclovias, y en donde la instalación de contadores electrónicos en las principales ciclovías permite generar métricas y estas a la vez juegan un rol fundamental de aquí en adelante en el diseño de políticas públicas. Según cifras del Ministerio de Vivienda, la ciclovía construida en calle Colipí en la ciudad de Copiapó cuenta con un promedio de 350 pasadas diarias, lo que quizás en un principio pueda parecer una cifra pequeña, pero lo interesante es analizar cómo irá evolucionando este número a futuro. Necesitamos más bicicletas y menos autos, crear un cultura en torno al uso de esta, fomentar su uso en organismos públicos, educacionales y en las empresas, con el objetivo de tener a personas más felices, producto del ejercicio y la liberación de stress que provoca.
Si bien esta, es una de muchas acciones que podemos realizar, el sólo hecho de estar consciente de la real urgencia de la problemática ambiental que nos enfrentamos en nuestra era, nos hace más empáticos, más abiertos a los cambios y más tolerantes. Escribo esto sin el ánimo de imponer mi visión, sólo lo hago con la necesidad de crear discusión en torno a un problema grave que hoy ya nos afecta a todos por igual.