3XI UN DÍA ESPECIAL, UN ENCUENTRO INSPIRADOR E INNOVADOR PARA CHILE
El encuentro 3xi se realizó en espacios de El Pequeño Cottolengo
Recibí una invitación -personal e intransferible- para asistir, el día 19 de mayo, a un misterioso encuentro denominado 3xi, en una jornada que duraba todo el día. La invitación la firmaba Alfonso Gómez, presidente ejecutivo del Centro de Innovación UC (F.Angelini).
Llegué al hogar de Pequeño Cottolengo (una increíble obra que acoge a niños, jóvenes y adultos con discapacidad mental, muchos abandonados y cuya vida transcurre allí), debí identificarme con una tarjeta donde solo aparecía mi nombre; me encontré con mucha gente (unas 100 personas) en una carpa. Reconocí a muchos de ellos, por su presencia en los medios, por los cargos que ocupan, por su visibilidad pública respecto a las obras y empresas que dirigen. A algunos, como Roberto Méndez, Claudia Bobadilla, Alejandra Mustakis, Raúl Ciudad, Pedro Bouchon, los conocía, saludé y recordamos algunas experiencias comunes. ¿Pero cuál era el objetivo y por qué estábamos allí?
Algunas de las actividades reunieron a todos los asistentes al mismo tiempo
En la Iglesia, vacía, alta y con un amplio círculo de 100 sillas en su interior, nos enfrentamos a la aventura inesperada de un día increíble. Inspirarnos, Incluirnos, Innovarnos (las tres “i” que dan el nombre al encuentro). Nos dieron la bienvenida unos provocadores discursos de inicio y una invitación abierta a conocernos y conversar amablemente, íntimamente, como seres humanos, más allá de nuestras trincheras de trabajo o acción.
Nos dijeron que nos habían invitado porque nos identifican como chilenos hacedores y movilizadores, por nuestra historia, no como representantes temporales de nuestras instituciones. De las universidades, reconocí a Pedro Bouchon (vicerrector de investigación de la UC y ex líder de Ingeniería 2030) y a Alfonso Gómez, quien me invitó.
Además asistieron varios número 1 de grandes empresas, pero también había muchos representantes de ONG, gremiales y jóvenes emprendedores sociales. La misión, hacernos cargo de iniciar juntos un cambio de actitud en nuestro país, transversal y con vías a mejorar la calidad de vida y el futuro del mismo (pensé prejuzgando: qué arrogancia, otro mesiánico encuentro de una elite para arreglar el mundo…)
En nuestra tarjeta de ID aparecían tres números: el primero para la sesión AM, el segundo para la mesa de almuerzo y el tercero para la reunión PM. En este trayecto, “azarosamente programado”, conocí a unas 26 personas.
A lo largo del día fuimos descubriendo personas y sus historias en base a una simple metodología de juntar pequeños grupos de 8 en minúsculos domos aislados, a la conversación de a pares (contarle nuestra vida al vecino y recibir su propia historia, para luego presentarlo ante el resto de los participantes) y a través de una cena-debate en mesas con el mismo sentido. En cada espacio había también un tema a tratar.
Nuestro primer domo tuvo la misión de entender por qué fuimos convocados. Nos encontramos 8 personas y un moderador. Los asistentes, acertadamente mezclados: presidentes de grandes compañías, líderes de ONG, mujeres, hombres, experimentados profesionales y jóvenes emprendedores idealistas. La conversación entre seres humanos fue grata, amable, muy emocional y personal.
Debo reconocer que fue una experiencia intensa. Los allí presentes tenían historias de vida potentes; dolores, familias, pérdidas y logros maravillosos; Alguien en mi iglú dijo que la razón de la invitación era: “O nos hacemos cargo o nos hacemos los h….”. Me pareció la más acertada.
Varias sesiones del encuentro se realizaron en domos, el objetivo fue que los asistentes se conocieran y debatieran sobre algún tema de interés
Luego volvimos al escenario inicial y escuchamos la exposición de todos los grupos: algunos muy sabios, que generaron silencio absoluto, como el de Marcelo Cicalli, dueño del Liguria.
Durante el almuerzo y la tarde, más rondas, otras personas, diversas historias. Algunos que conocí en estos íntimos encuentros fueron Alejandra Sepúlveda (directora de Comunidad Mujer), Claudia Bobadilla (Red de Alta Dirección), Fernando Reitich (presidente de CAP) y Soledad Ovando (gerente Pymes Bco Estado, ex Beauchef).
Pero en particular recuerdo a un amable y humilde joven: Juan Pablo Larenas, cofundador de Sistema B, emprendedor social, líder de Un Techo para Chile y hoy a cargo de esa misión para todo Latinoamérica. Apenas 36 años. Se me presentó como “soy un nómade, he vivido en 27 casas, tengo dos hijos y una esposa que me acompaña, solo pienso en el futuro, no me apego al pasado”. Pensé (y así lo presenté), este es el tipo de líderes que deben dirigir nuestro país del mañana. También me impactó una joven mujer, igual de bajo perfil que Juan Pablo, líder de una ONG. Su opción de vida fue irse a vivir con su esposo e hijos a una población muy pobre de Santiago, para convivir con el otro Chile, como su “vocero” nos contó.
Un momento muy profundo fue la visita por grupos al hogar, para hacernos cargo íntimamente de esa realidad. Como nos dijo el padre rector, todo comienza con un encuentro, luego, es cuestión de cada uno lo que hace con ello. Me tocó el pabellón de los niños y jóvenes con problemas muy severos de salud mental; el aterrizaje fue brutal y doloroso. Este es otro tema, más íntimo, que no compartiré aquí.
Al final de casi 12 horas, volvimos al gran escenario, los puestos relocalizados en círculos concéntricos, una hermosa canción de fondo (“Siempre hay tiempo”) y cuatro sillas al centro con micrófonos abiertos. Cualquier persona podía sentarse y contar su compromiso, no estaba permitido aplaudir, sólo expresarse con las manos sin emitir sonidos.
Las cuatro sillas se ocupaban secuencialmente por hombres y mujeres. Nadie tenía la verdad, nadie prometió cosas concretas, todos hablaron desde su corazón y con humildad, no desde su cerebro de líderes hacedores. Al cierre, nos dicen, en 3xi no hay planes, es una semilla y puede crecer o morir. Entendí que estaban tejiendo una red a partir de una ilusión, un sueño.
Fue un encuentro memorable, intenso, amable y honesto, muy lejos de la arrogancia que supuse cuando ingresé a este lugar. Como dijo mi admirado amigo Raúl Ciudad, gerente general de Coasin: “Llegué con una mochila llena de deberes sin cumplir para con mi país, lo que me atormentaba; me voy con el alivio de que hay muchos que me acompañarán”. Estaba oscureciendo, hacía mucho frío, pero podía sentir en el trayecto a mi casa lo que los otros asistentes iban meditando, en medio del caos del tráfico de un viernes de mayo en Santiago.
Una reflexión: este es el relato de una experiencia personal, pero no me cabe duda que fui invitado por el invisible impacto y reconocimiento que ha tenido nuestra humilde obra denominada OPENBEAUCHEF, más allá de los dominios de nuestro campus. Tuve el honor de representar a la Universidad de Chile y a todas las personas que nos han acompañado en esta travesía, que construimos desde la nada en apenas 3 años. Me sentí afortunado e íntimamente muy orgulloso, pero ahora una nueva tarea, subida en mi hombro, me miraba en silencio.